Los alimentos en mal estado se producen por la mala conservación, especialmente en la época estival. Con el calor las bacterias patógenas se multiplican con más rapidez, por lo que pueden llegar a provocar intoxicaciones alimentarias.
«Las altas temperaturas favorecen tanto el crecimiento microbiano como las reacciones químicas y enzimáticas de alteración. Esto tiene como resultado la alteración sensorial de los alimentos, y aparecen olores y sabores extraños, así como afectación de la textura«, explica Amparo Gamero Lluna, profesora colaboradora del máster universitario de Nutrición y Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Para evitar esos riesgos, es muy importante una buena conservación de los alimentos, por los perecederos necesitan una conservación a bajas temperaturas.
Para las carnes y los pescados, se recomiendan menores temperaturas de conservación «al ser más fácilmente degradables por el crecimiento microbiano (son sustratos muy ricos en nutrientes)», afirma la profesora.
Las frutas y hortalizas pueden conservarse a temperaturas no tan frías, «porque, además, algunas de ellas pueden sufrir daños por frío, especialmente las frutas tropicales. Por ejemplo, los plátanos ennegrecen en la nevera», señala Amparo.
Los expertos aconsejan no lavar los huevos, porque podrían vehiculizarse posibles bacterias de la cáscara al interior. Los alimentos que no vayas a consumir puedes congelarlos para mantenerlos en las condiciones más adecuadas.
La primera de ellas es congelarlos lo más rápidamente posible «para evitar el mínimo daño sensorial. Si se va a congelar un alimento, lo ideal es hacerlo nada más comprarlo o cocinarlo (nada más se enfríe), para que su carga microbiana sea lo más baja posible», explica la profesora.
También tienes que tener en cuenta que una vez descongelado un producto, no se puede volver a congelar. Es muy importante no romper la cadena de frío, es decir, que el alimento no se descongele para evitar la contaminación.
Sin embargo, las bajas temperaturas no eliminan los microorganismos, sino que detienen su crecimiento, ya que si congelas un alimento muy contaminado, este seguirá estándolo al descongelarse.
Por eso es muy importante comprar los productos muy frescos. Los profesionales de Frimavi, expertos en refrigeración industrial, explican que es muy importante contar con tecnologías avanzadas, para que la cadena de frío se mantenga intacta y que los productos estén protegidos contra cualquier riesgo de contaminación.
Para saber si un alimento o un producto congelado ha podido estropearse, la recomendación de Gamero Lluna es que, si es un producto comercial, “debemos mirar siempre la fecha de caducidad del envase y asegurarnos de que el envase no está dañado ni que aparezcan zonas con escarcha, apelmazadas o blandas, lo que podría indicar que se ha roto la cadena de frío en algún momento”.
Si notas sabores o aromas extraños al descongelarlos, es porque hay una señal de alteraciones microbianas o químicas debido a una rotura de la cadena de frío o a que ha expirado la vida útil. Tienes que saber que los alimentos congelados no tienen una vida útil infinita.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), del Ministerio de Consumo, informa que las frutas y verduras pueden estar congeladas entre ocho y doce meses; la carne de vacuno, cerdo y cordero, entre seis y doce meses; la carne de pollo, entre nueve y doce meses; la carne picada, entre tres y cuatro meses; el pescado blanco, entre seis y ocho meses; el pescado azul, un máximo de tres meses; el marisco, entre tres y seis meses, y las sopas y guisos ya cocinados, entre dos y tres meses.
Sin embargo, hay alimentos que no se pueden congelar, porque cambian en su textura y en su sabor. Estos son:
–Frutas: El frío extremo hace que las frutas pierdan su textura, además, cuando vuelven a la temperatura ambiente, ni el sabor ni la consistencia son las mismas.
–Huevos: Los huevos no se pueden congelar, porque el huevo crudo al congelarse expande su líquido y explota. En cuanto a los huevos cocidos, estos se vuelven gomosos y pierden su sabor.
–Quesos: El queso no se puede congelar, porque pierde su textura y se deshace al cortarlo.
–Verduras crudas: Las verduras crudas al congelarse pierden la textura, ya que los cristales que se forman dañan su tejido celular.
–Salsas: El contenido de agua en las salsas hace que estas se congelen demasiado rápido. Además, la salsa comprada cuando se congela, significa que no hay espacio para que la salsa se expanda, por lo que se puede romper o explotar una vez congelada.
¡Es muy importante seguir las recomendaciones de los expertos para evitar las intoxicaciones alimentarias!