Así gestioné mi cambio de residencia de Barcelona a Dublín

No podemos prever todo lo que nos va a suceder a lo largo de nuestra existencia. La vida es un cúmulo de pruebas que se nos van poniendo en el camino y que unas veces superamos y otras no. Nadie puede saber qué es lo que va a pasar mañana y cómo nos va a afectar a lo largo del día a día. Estoy convencido de que, en el último mes, ha habido algún aspecto que se ha presentado en vuestra vida y que no esperabais. La verdad es que la salsa de la vida es esa. Si supiéramos exactamente lo que va a pasar mañana, todo nos haría mucha menos gracia.

Mi caso, como el de otras muchas personas que estaréis leyendo estas palabras, es el de alguien que ha tenido que superar esas pruebas de las que os estoy hablando. Y la verdad es que no ha sido fácil muchas veces. Desde bien pequeño quise estudiar periodismo, carrera que comencé una vez que terminé el instituto y que combiné con Ciencias Políticas a lo largo de mi estancia en la Universidad. Siempre me ha gustado estar al tanto de la actualidad política y no cabe la menor duda de que hay pocas cosas que puedan sorprendernos tanto (ya que hablo de enfrentarnos a pruebas inesperadas) día a día.

Considero que tuve suerte porque encontré trabajo casi nada más acabar la carrera en un medio local de mi tierra, Barcelona. Fui cogiendo algo de experiencia y también conseguí hacer contactos, que como ya supondréis es algo básico en lo que tiene que ver con esta profesión. Fui ganándome la confianza de los superiores y ahorrando, así que pude independizarme de mis padres y empezar a tener mi propia vida. Incluso tuve la oportunidad de comprarme un piso. La verdad es que hay pocas sensaciones que sean mejores que esa, para qué os voy a engañar.

Después de algunos años, apareció una de esas grandes cosas inesperadas que se pone en nuestro camino y que cambia nuestra vida por completo. Me llegó una oferta de trabajo procedente de Irlanda que era bastante mejor en cuanto a condiciones y también en cuanto salario, por supuesto. La verdad es que me tuve que frotar los ojos cuando me llegó el correo. No me lo pensé demasiado porque, además de esas condiciones y salario de los que he hablado, no negaré que soy un enamorado de Irlanda y que nada me apetecía más que vivir en Dublín, cerca de esa música en directo que se vive en todos sus bares y toda la historia que encierra la capital del país.

En otras palabras: soy una de esas medio millón de personas que salieron en 2022 de España en busca de oportunidades laborales, tal y como reza la información que os acabo de enlazar de la página web del canal de televisión Antena 3, aunque en mi caso esa oportunidad ya estaba asegurada. Es triste que tanta gente se tenga que buscar la vida más allá de nuestras fronteras para tener un futuro mejor. Nuestro país se tendría que hacer un examen de conciencia en este sentido y proporcionarse a sí mismo buenas dosis de autocrítica. Es una lástima que tantas familias se tengan que dividir de este modo, pero desgraciadamente es lo que hay.

Después de haber aceptado la propuesta, que llegó en un mes de junio y que me obligaba a incorporarme en el mes de septiembre de manera presencial a mi nuevo puesto de trabajo en Dublín, me di cuenta de que tenía que arreglar bastantes cosas en mi ciudad antes de marcharme. Además del papeleo que es necesario realizar para efectuar el traslado (y menos mal que España e Irlanda formamos parte de la Unión Europea, porque, si no, hubiese sido algo agotador), tenía que poner en venta o en alquiler mi piso, el que había comprado solo algunos años antes, en el momento de independizarme de mi familia.

Enfrentarme a la venta de mi piso justo cuando tenía que organizar el traslado de todas mis cosas a Dublín para empezar con mi nuevo trabajo no me iba a resultar fácil. O al menos esa era mi sensación. Necesitaba pensar en una fórmula que me permitiera superar este giro inesperado de los acontecimientos en mi vida. La solución que escogí fue delegar el proceso de venta en Vip House BCN para poder sacármelo de la cabeza 7y organizar todo lo que necesitaba organizar en la capital irlandesa sin que lo que estuviera ocurriendo en Barcelona me quitara el sueño. Y lo conseguí.

La verdad es que el piso se vendió sin demasiados problemas. Tengo la suerte de que Barcelona es una ciudad en la que vive mucha gente, a la que llega una gran cantidad de personas cada año y en la que hay muchísimo trabajo. Eso facilita siempre la venta de un piso como el mío, que además estaba en buenas condiciones y que no era demasiado antiguo. Por tanto, y con esa preocupación menos, pude centrarme en la nueva vida que me esperaba en Dublín y en la que tantas esperanzas tenía depositadas de cara al futuro.

El dinero me vino de perlas para asentarme en Dublín sin demasiados problemas. La capital irlandesa es una ciudad que no resulta barata y la verdad es que contar con el colchón económico que me proporcionó el hecho de vender mi antigua vivienda me vino bien. Luego también es cierto que el salario que comencé a ganar allí fue bastante alto y no tuve demasiados problemas para conseguir tener el nivel de vida que yo quería tener. Podía disponer de una vivienda en condiciones, tener dinero para viajar de vez en cuando a conocer otros lugares de la mágica isla Esmeralda y también para tener vida social durante los fines de semana. Fue una verdadera suerte que así fuera.

A día de hoy, puedo decir que soy muy feliz aquí, en Irlanda. Me encanta mi puesto de trabajo aquí, he conocido a mucha gente que merece la pena y la cultura irlandesa me llama muchísimo la atención. La verdad es que no puedo estar más contento con la prueba que puso delante de mis ojos la vida y que he conseguido superar con creces. Lo único que quizá me ha costado un poco más es estar lejos de mi familia, pero la verdad es que estoy viviendo todo un sueño al margen de eso.

Tuve la suerte de que residía en Barcelona previamente 

Ya os he comentado que mi ciudad era Barcelona. Y menos mal que fue así, porque supongo que tendréis en cuenta que no se vende igual de fácil un piso en Barcelona que en otra ciudad de nuestro país. Así lo hace saber una noticia publicada en la página web de La Vanguardia indica que son Madrid y Barcelona los lugares en los que más fácil resulta este tipo de venta, por motivos obvios. Y es que no cabe la menor duda de que una gran ciudad tiene una capacidad de atracción tremenda de la que no todas pueden presumir.

La verdad es que la rapidez con la que cambié de vida todavía me sorprende a día de hoy. Estoy bastante haber orgulloso no solo de haber dado este paso, sino además de cómo lo he dado y la rapidez con la que he sido capaz de instalarme en Dublín, adaptarme a sus costumbres y a su gente y vender el piso que tenía en Barcelona, algo sin lo que seguramente habría tenido alguna dificultad más para tener la vida que ahora tengo en la conocida como isla Esmeralda.

¿Qué es lo que me depara el futuro? ¿Cómo me lo imagino? La verdad es que esta es la gran pregunta que pulula por mi cerebro desde hace tiempo, pero la verdad es que estoy bastante tranquilo a este respecto. Estoy asentado en mi nueva empresa y están contentos conmigo porque la información que publico tiene un enfoque diferente y genera interés entre los lectores. Además, y como ya he dicho, Irlanda es un país que me encanta y la vida que hay en Dublín es algo con lo que siempre he soñado. No me puedo quejar de absolutamente nada, así que solo tengo que continuar trabajando duro y disfrutando de la experiencia que estoy viviendo aquí.

No me importaría seguir aquí durante el resto de mi vida, para qué os voy a engañar. Echo de menos algunas cosas de Barcelona. Además de a mi familia, al clima, que en Dublín es totalmente diferente y mucho más duro para una persona que ha crecido en un clima templado y muy caluroso durante el verano. Pero lo que estoy viviendo es un sueño, como ya he dicho, y no me quiero despertar nunca. Estoy haciendo muy buenos amigos aquí y la verdad es que eso siempre ayuda a querer quedarse en un lugar. Dublín es mi casa y así la siento ya.

 

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