Cuando reformamos la cocina de una vivienda hay dos opciones con respecto a los electrodomésticos, renovarlos o mantener los que ya tenemos, y normalmente la elección se basa en el estado de nuestro bolsillo o en si nos ha quedado algo de presupuesto tras la obra o no. Sin embargo, esta es una decisión que debería tomarse antes de hacer la reforma, puesto que en muchas ocasiones quienes diseñan la cocina lo hacen teniendo en cuenta las medidas de ciertos electrodomésticos como la nevera o el microondas.
Cuando los clientes me preguntan qué deben hacer, yo siempre aconsejo cambiar los electrodomésticos por unos modernos y eficientes si los que tienen no cuentan con la mayor eficiencia energética posible porque, a la larga, acabarán cambiándolos, y cuando lo hagan tendrán que buscar los nuevos en base a unas medidas estrictas de espacio, cosa que ahora pueden evadir.
La eficiencia energética
Por ley, cada electrodoméstico debe venderse con su etiquetado energético correspondiente con el fin de que los compradores tengan en cuenta ese factor a la hora de comprar un electrodoméstico u otro y promover así el ahorro energético y la protección medioambiental.
A partir de la publicación de la Directiva Europea 2010/30/CE de etiquetado se han ido publicando los Reglamentos particulares de aplicación de ésta para aparatos de refrigeración, lavadoras, lavavajillas, secadoras, campanas, hornos, calentadores de agua, aspiradores y aparatos de aire acondicionado. Los cambios fundamentales son la inclusión de las nuevas categorías energéticas A+, A++ y A+++ (las dos primeras ya existían para los aparatos de refrigeración) y la inclusión de pictogramas para los diferentes parámetros del etiquetado. En el caso de productos con etiquetado energético antiguo, la legislación permite que puedan exponerse y venderse legalmente en cualquier momento.
Por ende, actualmente la escala de eficiencia queda de le siguiente manera D (peor clasificación), C, B, A, A+, A++, A+++ (mejor clasificación).
En cuestión de marcas podríamos decir que la diferencia abismal que había hace unos años entre unas y otras ahora ya no lo es tanto por lo que la mayoría de electrodomésticos, ya sean de grandes firmas como Bosch o Balay o de marcas blancas o menos conocidas, pueden llegar a tener la misma eficiencia energética e incluso la misma fiabilidad. Por ello, yo siempre recomiendo acudir a empresas y tiendas especializadas que comercialicen el mayor número de marcas posibles con el fin de poder tener un amplio abanico entre el que seleccionar nuestros nuevos electrodomésticos: Leroy Merlín, Media Markt, Vielsa, etc.
Las horas más caras de luz
Lógicamente, la cocina es el lugar donde más energía gastamos puesto que es donde se concentran los electrodomésticos más potentes: lavadora, secadora, lavavajillas, etc. y por eso es tan importante hacer caso a ciertos consejos para ahorrar algo en la factura de la luz: desde la eficiencia energética de la que ya hemos hablado hasta evitar usar dichos electrodomésticos en las horas más caras del día, que suelen ser entre las 20:00 y las 23:00. Sin embargo, una buena idea sería programar la lavadora entre las 23:00 y las 00:00, una hora en la que el precio cae hasta los 0,12€/kWh.
No obstante, si tenemos contratada la tarifa regulada llamada Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC) cada día a las ocho de la tarde se pueden consultar los precios del día siguiente del kilovatio hora.
Algo que también podemos hacer es poner la nevera a la temperatura ideal, tanto en verano como en invierno. A veces no es necesario tener la temperatura tan baja como la mantenemos y podemos subirla para gastar menor energía manteniendo los alimentos igual de frescos.
La temperatura óptima de la nevera son 4ºC, mientras que el congelador no debería bajar de los -18ºC. Así es como tienes la garantía de que los alimentos van a estar adecuadamente conservados.
Siguiendo estas indicaciones y otras como apagar el electrodoméstico totalmente cuando no se use en lugar de dejarlo en “stand by” o quitar los cargadores de la luz cuando no se estén usando podemos reducir el gasto en la factura notablemente si vemos el cómputo total del año, ya que mes a mes tal vez el ahorro no sea tan evidente.