Hablar de España, sin duda, es hacerlo de muchos de los productos que componen su gastronomía. Nuestro país no sería el mismo si no se asociara su nombre al de la paella, el vino, el queso, el jamón ibérico o el aceite de oliva, entre muchos otros. Ni que decir tiene que esos nombres nos han proporcionado una imagen de marca muy buena más allá de nuestras fronteras. Y es que la gastronomía de este país bien podría ser considerada como la mejor del mundo. Tenemos calidad y tenemos variedad. ¿Qué más podríamos pedir? La verdad es que podemos sentirnos muy afortunados al tener al alcance de la mano una gama de alimentos como la que acabamos de describir y como la que también no hemos mencionado pero que también forma parte de nuestro ADN.
Muchas personas hacen balance, en multitud de ocasiones, de los motivos por los cuales los turistas extranjeros viajan a España de una manera tan asidua, algo que convierte a nuestro país en el segundo más visitado del mundo. En esas conversaciones, siempre suelen aparecer cuestiones como el clima, la historia y la variedad de paisajes que presenta nuestra tierra. Sin embargo, lo cierto es que la gastronomía también ocupa un lugar muy interesante en el elenco de motivos por los cuales una persona de otro país visita nuestra nación. Y es que España no tiene rival en este sentido. No es que lo digamos nosotros: es una opinión ampliamente compartida por expertos y no expertos.
Uno de los productos de nuestra gastronomía que resultan más populares y que la gente que viene de fuera suele relacionar de una manera más directa con nuestro país es el vino. España es uno de los países que cuenta con una mayor cantidad de hectáreas de vid y eso tiene una relación directa con la producción que cada año sale de diferentes tipos de vino. Es tradicional que, en los meses de agosto y septiembre, tenga lugar la vendimia en muchos puntos de nuestra geografía y que se inicie de este modo para producir varios de los mejores vinos del mundo, vinos que se van a consumir aquí y en otros muchos otros lugares del mundo.
En un gráfico que fue publicado en la página web Statista se indicaba el volumen de vino que se produjo en España desde 2011 hasta 2022. Podéis ver que, a lo largo de todos esos años, el volumen se ha ubicado en torno a los 31 y 45 millones de hectolitros. En 2022, el último de los años de los que se cuenta con datos, el volumen fue de 35 millones. Hemos tenido años peores y otros mejores, pero lo cierto es que en ningún momento España ha dejado de ser una potencia en lo que tiene que ver con la producción de una bebida como de la que estamos hablando y que tantas alegrías nos depara siempre desde el punto de vista económico.
En otro gráfico que es propiedad de la página web Statista se hace referencia a que España es uno de los tres países del mundo que cuenta con una mayor producción de vino, la cual se situaba en torno a los 35 millones de hectolitros. En la primera posición se sitúa un país como Italia, que cuenta con 50 millones de hectolitros, y Francia ocupa la segunda posición. Como veis, nos encontramos en una zona del mundo en la que es bastante tradicional la producción de una bebida como la que estamos comentando, si bien es cierto que las posiciones cuarta y quinta las ocupan países que se encuentran a miles de kilómetros, como Estados Unidos y Australia.
La industria vinícola, como no podía ser de otra manera, arranca en el campo y es ahí donde se va a determinar la calidad de los productos que la sostienen. España tiene puestas muchas de sus esperanzas agrícolas en una industria como esta y buena muestra de ello es la apuesta que se ha venido realizando desde muchas bodegas por la compra de vides en los últimos años, una compra que ha crecido en un 20% según los datos que manejan en Plantvid, una empresa encargada de la venta de este tipo de plantas. Esto nos permite afirmar que nuestro país va a continuar pudiendo ya no solo aumentar la cantidad de vino del que dispone en el interior de sus fronteras, sino también exportar en mayor medida nuestro caldos a todo el mundo.
¿Por qué se le guarda tanta simpatía al vino en España?
Esta es una de las preguntas que nos hacíamos antes de comenzar a redactar este artículo y lo que vamos a escribir a continuación tiene mucho más que ver con la sensación que tiene quien escribe estas palabras que con datos concisos y puramente objetivos.
Las respuestas a la pregunta pueden ser dos: la primera tiene que ver, como no podía ser de otra manera, con el sabor de un producto que es de la máxima calidad. Es en la segunda de las respuestas donde se encuentra la reflexión más profunda: la que tiene que ver con los momentos en los que solemos consumir vino. Pensemos detenidamente en ello. Esos momentos suelen producirse cuando estamos comiendo y descansando después de una jornada intensa de trabajo, cuando nos encontramos disfrutando de nuestros días libres con familia y amigos, cuando sabemos que las ataduras a las que estamos sometidos no nos van a afectar a corto o medio plazo.
Por tanto, solemos asociar el consumo de vino a un momento en el que estamos relajados, rodeados de nuestra gente de confianza y libres. No es extraño que, dadas estas circunstancias, le tengamos un cariño tan grande a un producto como del que estamos hablando. Ni que decir tiene que esto ayuda sobremanera a que el vino vea crecer sus ventas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Esta manera de pensar no solo es exclusiva del vino ni mucho menos, pero es verdad que este es uno de los ejemplos más claros a través de los cuales se puede explicar la relación tan estrecha que puede haber entre un alimento o bebida y los sentimientos que despierta entre las personas.
Se trata de sensaciones que son compartidas entre personas de muy diferentes condiciones y generaciones, así que podemos afirmar que ese cariño que le tenemos al vino va a continuar existiendo a lo largo de los años. No es para menos teniendo en cuenta de lo que os hemos hablado. Tenerle cariño al vino es sinónimo de tenerle cariño a las personas que nos rodean y con las que queremos disfrutar de los mejores momentos de la vida. Cuando se mezclan esas personas con una bebida como esta, tenemos todos los ingredientes necesarios para construir momentos mágicos y que de verdad nos permitan alcanzar aquello que denominamos felicidad y que muchas veces nos resulta tan difícil de alcanzar.
La mejor de las representaciones de nuestra tierra
Nuestro país dispone de un terreno que es fértil y que proporciona todas las características que son necesarias para elaborar productos de calidad. Ese es el secreto de la potencia de la que dispone nuestra gastronomía. Por eso decimos que el vino es una de las máximas representaciones de nuestra tierra. Y así lo va a seguir siendo, porque no cabe la menor duda de que este producto es una de las señas de identidad más grandes de nuestro país y que hace posible que más y más gente hable a las mil maravillas de lo que producimos en el interior de nuestras fronteras.
No nos extraña que no pare de aumentar la legión de fans que tiene el vino español tanto en todo el país como en otros muchos lugares. La experiencia de la que disponemos en España en lo que respecta a la producción de estas bebidas es un valor fundamental para que la imagen del vino de nuestra tierra sea tan sumamente potente. Y esa experiencia es un grado, está más que claro. Ojalá que así siga siendo y que las generaciones más jóvenes mantengan la tradición y el mimo que las generaciones más mayores han desarrollado con el paso de los años. Sería la mejor manera de perpetuar la existencia de esa buena imagen que se desprende de todo el sector vinícola de nuestro país.
Nunca hay que perder las tradiciones y el cuidado de un producto como lo es el vino es una de las mejores tradiciones con las que podemos contar en el interior de nuestras fronteras. Hay que valorar lo que esto nos ha dado y lo que todavía nos tiene que dar. Dicen que muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero tenemos la seguridad de que, en España, jamás vamos a perder un ápice de todas las tradiciones y las maneras de trabajar que tenemos en relación a la producción de una bebida que se ha convertido en algo más que una seña de identidad de nuestra tierra.