Pocas cosas hay más agradecidas en la estética doméstica que contar con un suelo en perfecto estado, sea este de parqué, baldosas u hormigón impreso. Incluso en el caso del hormigón en crudo que recubre garajes, trasteros, almacenes y demás estancias útiles. En estos últimos espacios, donde la agresión y el desgaste a causa del uso son más pronunciados, cabe sumar además la cuestión de que este acondicionamiento idóneo no solo responde a inquietudes cosméticas, sino también a problemáticas de seguridad y accesibilidad.
Madera: hermosa pero delicada
La madera es el material mejor valorado para la decoración de interiores. Entre sus virtudes destaca su elegancia, su clasicismo intemporal, la calidez hogareña que transmite y sus excelentes propiedades como aislante térmico. El principal inconveniente es que la mayoría de maderas del mercado no son en exceso resistentes a las inclemencias del día a día, por lo que, al cabo del tiempo, acaban perdiendo brillo, sufriendo desagradables rayones o con el laminado progresivamente despegado del suelo.
La primera medida para evitar esta serie de desperfectos consiste, como todo en esta vida, en la prevención. Por ejemplo, la colocación de un felpudo en la entrada de casa para el cepillado de la suela del calzado evita que la mayor parte de agentes destructores o contaminantes (arena, humedad, partículas sólidas…) no entre en el hogar. Destinar un calzado cómodo, ligero y suave para la convivencia de puertas adentro facilita este tipo de medidas. En el caso de que se haya producido un derrame de estos materiales consistentes en el suelo de madera, se deberá tener especial cuidado a la hora de su eliminación. El uso de una mopa de tejido húmedo –que no mojado- prevalecerá sobre el barrido habitual, que podría generar rozaduras. De la misma manera, conviene reducir la erosión de muebles y demás objetos en contacto con el suelo mediante la colocación de piezas de fieltro en dichos puntos de apoyo, lo que reducirá en buena medida la aparición de rayones por arrastre de sillas, sofás, banquetas, taburetes, macetas, objetos móviles, etcétera.
Una vez que han aparecido a lo largo de los años las inevitables grietas y arañazos, es aconsejable actuar con la máxima celeridad con el fin de que el asunto no pase a mayores. La aplicación de compuestos de cera es un recurso asequible y fácil de aplicar. Administrada con la ayuda de una espátula para garantizar su adecuada penetración en el suelo, la cera permite el rellenado de la grieta, lo que oculta la marca. Por esta razón, la elección de una cera u otra depende de su correspondencia con el color de la madera. Es posible mezclar varias ceras hasta dar con la tonalidad idéntica, y en caso de que la mezcla haya resultado demasiado clara, la añadidura de una capa de barniz puede resolver la diferencia. Después de su aplicación, se ha de proceder al alisado de la loza y el limpiado de la misma con un paño de tejido suave.
Procedimientos más radicales como el acuchillado es preferible dejarlos en manos de profesionales, como le sugerirá cualquier conocedor de la administración de fincas. No obstante, si usted se considera un manitas o sencillamente es un temerario, puede probar con detallado a continuación. Una lijadora de rodillo es las herramientas de maquinaria para madera más adecuada para las habilidades de un aficionado en el terreno, dado que combina potencia de lijado con una manejabilidad excelente. El primer paso consistirá en averiguar la dirección correcta de acuchillado, que se fundamenta en la disposición del laminado y las posibles marcas de lijados precedentes. De lo contrario, el efecto estético de los resultados no sería el esperado. El lijado ha de ser continuo, realizado con velocidad uniforme. En función de la finura de la lija o de la dureza madera, la velocidad de la lijadora varía. Una lija fina y una madera blanda exigen una elevada velocidad de la maquinaria, y viceversa. Por otro lado, la lija de mayor grosor tiene como cometido eliminar la capa superficial de barniz. A continuación, la lija de grosor medio sirve para unificar y pulir los efectos del lijado previo. La lija fina es la que confiere la pulcritud definitiva al acabado. Por supuesto, urge un buen aspirado del suelo entre cambio y cambio para eliminar el serrín y las astillas derivadas.
Cerámica y azulejos
La cerámica y el azulejo son materiales de gran tradición en el ámbito doméstico, en el que encuentran ejemplos de artesanía de envidiable calidad y bellísima factura. Sin embargo, se trata por otra parte de un material frágil, especialmente sensible a los impactos. De ahí que las temidas fracturas de azulejos sean uno de los motivos recurrentes en la aparición de desperfectos en el hogar. Empero, estamos ante un problema que tiene solución.
Disponer de baldosas de repuesto de la instalación primigenia es un factor de inestimable ayuda, a tenor de que pueden existir en el mercado piezas muy similares pero quizás no todo lo idénticas que desearíamos. El método de eliminación de baldosas es simple: golpear seco y con fuerza en el centro de la pieza para quebrarla. Cualquier martillo, cincel u objeto de cierta contundencia cumple con la misión. De ahí se va fracturando la baldosa hacia los ángulos exteriores hasta que se desprenda del todo, siempre con atención para no destruir la pieza contigua. Un destornillador de punta plana resulta perfecto para hacer palanca y eliminar los fragmentos.
Una vez llegado a la base del solar, el procedimiento cambia según el soporte sea de arena y cemento o de hormigón. En el primer caso, la pasta para adherir la nueva baldosa debe ser también de cemento (preferentemente), de yeso o de escayola (estos últimos solo son viables en el caso de pequeñas superficies). La superficie sobre la que aplicar la baldosa debe estar firme y lisa con el fin de que los resultados no presenten irregularidades.
Si el solar está compuesto de hormigón, estas posibles irregularidades del terreno se han de pulir por medio del cincelado. Después, la cola (más barata, mejor para superficies amplias) o la silicona (más cara, mejor para trabajos concretos y limitados) son los adherentes más accesibles para afirmar la baldosa de recambio sobre el suelo.
El secado de la adherencia suele cifrarse en un mínimo de 24 horas, tras las cuales debe iniciarse sin demora el sellado de las juntas de las baldosas. El látex, la escayola o la silicona son de nuevo materiales al alcance de todos los bolsillos y disponibles en cualquier tienda especializada.
Los suelos de hormigón: dispuestos para cualquier tarea
El hormigón, un compuesto obtenido de la mezcla de cemento, arena y agua, constituye uno de los materiales de construcción más duros y resistentes del mercado, aplicado en todo tipo de edificios desde la antigüedad. No obstante, la fiabilidad del hormigón depende de las justas proporciones en la combinación de sus componentes, lo que de otro modo podría derivar en la aparición de peligrosas grietas y un rápido deterioro de la superficie. Ante esta situación, urge tomar medidas inmediatas. El primer paso consiste en eliminar con minuciosidad aquellas secciones de hormigón que presenten desperfectos, repasando también el área colindante para asegurar la pulcritud del trabajo. La zona debe limpiarse de impurezas que, más adelante, puedan afectar a la estabilidad de la nueva capa de hormigón a aplicar.
Para elaborar el hormigón, se debe obtener primero una mezcla lodosa, de viscosidad similar a la pintura, combinando en un recipiente cemento puro con agua. En otro recipiente se ha de mezclar el hormigón a aplicar a modo de parche y removerlo periódicamente con una paleta de albañil hasta que alcance una consistencia cremosa. Con la ayuda de un pincel, se aplica el primer compuesto sobre la zona a reparar, previamente limpiada, con el fin de que cubra toda su superficie y selle cualquier grieta que esta pueda albergar. Por ello es recomendable aplicar varias capas y en distintas direcciones de pincelada, actuando con presteza para evitar el secado de la mezcla. La razón es que el segundo compuesto de hormigón, mantenido en una consistencia gruesa, debe aplicarse sobre este compuesto aún fresco. Tras verterlo, se ha de proceder al aplanado mediante una llana de metal. Dicha acción se ejecuta con movimientos firmes y emprendidos desde diferentes ángulos para lograr el perfecto alisado. Según indica Impredeco, empresa especializada en mortero autonivelante, recurrir a materiales como el microcemento ofrece una solución versátil, segura, higiénica y estética en la renovación de este tipo de suelos. El tiempo de secado del hormigón es de tres días.