Una reforma para construir mi rincón de lectura perfecto

Soy una gran lectora, una ratita lectora como dicen algunos de mis compañeros de trabajo que siempre vienen a mí para que les recomiende algún libro. Me paso los días corrigiendo libros pero también leyéndolos para disfrutar de ellos porque me gusta aprender. Ahora por ejemplo me ha dado por leer mucho acerca de la sociología, y la verdad es que para ello no hay nada mejor como los libros de la editorial Aljibe. El caso es que cuando me compré mi actual casa lo único a lo que le daba vueltas era a instalar mi propio rincón de lectura.

Posiblemente esta ya fue una de las razones para adquirir esta casa. La primera vez que la vi ya imaginé este hueco al ver una ventana por donde entraba mucha luz y donde creía que debía estar este espacio mío tan particular.

Eso sí, la casa estaba hecha unos zorros, no transmitía la calma suficiente que se precisa para leer. Por ejemplo, el salón, en cuya esquina quería poner este espacio, estaba pintado con gotelé, que daba sensación de viejo, y además de un color amarillo pollo que resultaba de todo menos algo para calmarse y tener paz para poder leer. Que sí, que muchos diréis que hasta leéis en el metro, pero cuando lo haces en casa buscas otro tipo de sensación. Yo para esto soy una romántica. También sé que hay muchas personas que se están decantando ahora por los lectores de libros electrónicos y que los hay muy buenos, sin embargo yo prefiero el papel y me encanta poder ir a las librerías y escoger mis lecturas.

Pues bien, como os decía, para desarrollar esta afición mía decidí reformar la casa y ponerla con otro tipo de pintura, madera, etc. para que me transmitiese la calma necesaria para poder relajarme a leer.

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Pedir opiniones y presupuestos

Lo primero que hice fue pedir presupuesto, y tras tener varias opciones me decanté por uno que no resultó ser nada bueno. Me vendió la moto de que lo importante en las obras eran los acabados, que ahí era donde se notaba la profesionalidad del reformista y tendríais que ver la de veces que me he tenido que poner con un pincel a rematar su pintura. Pinté los techos de blanco, que es algo que siempre se debe hacer para que estos estén frescos y respiren, y las paredes, tras eliminar el gotelé, las puse en un tono gris clarito que resalta mucho con la carpintería blanca de puertas y rodapiés. Pues bien, cada vez que se tocan ambas pinturas en una esquina, esta no es un ángulo de noventa grados, sino una redondez. Pero en fin, ya han pasado esos días horribles y la casa tiene ahora unos tonos pastel que aportan sosiego.

Asimismo, para mi hueco de lectura me he dado un enorme capricho, y es que me he comprado un sofá relax de piel ecológica, de esos que te elevan las piernas y donde después puedes elegir también si quieres tener calor en el cuerpo o incluso recibir masaje en diferentes programas. Es un poco un antojo, pero la verdad es que lo estoy disfrutando mucho. Me ha salido a un precio genial, ya que lo compré en una feria de outlet que se desarrolla en Madrid, en la Casa de Campo, dos veces al año, en primavera y en otoño.

Ahora ya tengo todo para poder leer y estar a mis anchas relajada en mi espacio privado.

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