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Si haces una reforma, ataca todas las áreas de la misma

La mayoría de las reformas que se hacen en los hogares españoles tienen más que ver con motivos decorativos o estéticos que con problemas estructurales o averías dentro de las instalaciones y me parecen muy bien porque, al fin y al cabo, esas reformas son lo que me dan a mí de comer. En otras palabras, que me da lo mismo que la excusa para llevarlas a cabo sea la estética o la mejora técnica. Ahora bien, siempre que me encargo de una reforma aconsejo a los propietarios de la vivienda ciertas pautas a llevar a cabo, en según qué casos, para mejorar instalaciones antiguas o adecuar viviendas viejas a la normativa actual.

Estoy cansado de ver grupos de trabajo profesionales y albañiles que trabajan como autónomos que se ciñen a realizar el trabajo que le contratan sin pararse, ni siquiera, a explicar los pormenores del mismo a los dueños de la vivienda y eso me parece totalmente fuera de lugar. Es como si un electricista fuera contratado para cambiar un par de bombillas y cuando llega a la casa ve que las bombillas se funden a causa de un cortocircuito pero, en lugar de avisar a los propietarios y aconsejarles solucionar ese problema, se calla, cambia las bombillas y se marcha sabiendo que en dos días estarán exactamente igual.

Obviamente yo no puedo obligar a nadie a hacer una reforma de una manera o de otra, pero sí que puedo dar consejos cuando veo ciertas necesidades. En este último trabajo que he llevado a cabo, lo que se pretendía era tirar una pared que dividía el salón de la casa de la habitación del hijo mayor que se acaba de casar y se ha ido, definitivamente, a vivir a su nueva casa. Lo que querían los dueños era hacer el salón-comedor más grande y cómodo utilizando el espacio extra que les daba la habitación de su hijo independizado. Pues bien, contaban con un aire acondicionado, pequeñito y antiguo, instalado en el salón que, nada más verlo, supe que no iba a ser suficiente para aclimatar el nuevo salón cuando echara a bajo el tabique y ampliara la estancia. ¿Qué debía hacer? ¿Callarme, hacer mi trabajo y que se apañaran para no arriesgarme a que cambiasen de opinión? Yo no soy así. Lo que hice fue explicarles eso antes de nada y comunicarles que si querían  mantener el nivel que tenían antes de agrandar al salón deberían sumar algo al presupuesto: un nuevo aire acondicionado.

La pareja tardó en contestarme dos semanas, imagino que pensando y haciendo cuentas para comprobar qué es lo que podían permitirse y qué no, y al final me dieron vía libre para llevar a cabo la reforma y les puse en contacto con Eficiencia V, una empresa que hace instalaciones impresionantes para aclimatar los hogares mediante energías renovables, y con Certificados Energéticos, una empresa que analiza la instalación eléctrica y elabora certificados energéticos para saber con qué medio se contaba en la vivienda.

Fue un trabajo en equipo, ¿Podía haberlo hecho todo yo sólo? Sí, tengo la capacidad y los conocimientos pero… ¿tengo los medios? El acabado y los resultados iban a ser mejores con ellos así que mientras yo tiraba tabiques y trabajaba en lo mío ellos le dieron el certificado energético a la pareja, les instalaron biomasa y placas solares para soportar el repunte de energía y cuando acabé con las paredes yo mismo les instalé el nuevo aire acondicionado conectado a la nueva instalación. ¿Y sabéis qué? La pareja no puede estar más agradecida.

Quien hace bien su trabajo, se nota, y eso significa buenas recomendaciones y más trabajo porque en este mundo, el boca a boca es la mejor publicidad que hay.

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